20-03-2010

Consideraciones Corporales [extracto]

"El otro día me corté. La cicatriz fue profunda: podía ver mis huesos y mis órganos, mi venas y mis arterias; y por sobre todo mi sangre. Agarré mi riñón y jugué con él y luego tomé mis pulmones que olían a aire. El corazón lo dejé pegado al techo y pinté tu nombre con mi sangre en la pared. Luego el corazón cayó sobre mi cabeza. [...] De hecho aún leo tu nombre escrito al conchevino..."


 
Parte de la ternura tiene nombre: Hans.



La segunda parte de la ternura (más un dejo de tristeza): Frieda.

13-03-2010

Josefina

Con Josefina siempre nos vemos: por horas nos miramos al pasar. Y luego de dar la orden nos tomamos de la mano fuerte y sudorosamente. Te lamo el sudor, Josefina querida. ¿Caminamos al departamento para poder lamerte a conciencia? Angustiadísimos caminamos- o caminé. Lo arrendé por un par de horas. A Josefina le encanta correr a mi lado. Nos apuramos, sin soltarnos, sin perder el sudor. A mí, en cambio, me gusta correr, caminar y parar.

Al llegar cantamos:

Mirarás el cielo azul/ y no tendrás escapatoria/ y no tendras miedo/ ni mirarás por la ventana/ ¡Oh mi Clementina de encantos huidizos!/ ¡ven!, ¡ven!/ y ven...

La inventamos tras la lectura de la etiqueta del cereal. Era raro, pero en ese departamento sólo había cereal (y una cama, por supuesto). La etiqueta pintarrajeada de cielo morado nos favoreció a la claridad del día y al encarcelamiento en la cúpula astral. De ahí la canción.

-Para de dar tantas explicaciones, mi muchacho.

-Bueno, Josefina, Josefina: ilusión.

Te rocé en el encanto de tu pegajosa mano. Y tú seguías mirando la ventana. Me encantas, Josefina. E hicimos el amor mirando por la ventana: y sin preámbulos, sin nada. Josefina no es como las otras mujeres. Y no explicaré más.

Tras comer cereal, y aún pegoteados de cuasi-vida, tropezamos a las paredes y caminamos hasta encontrarte pegada a mi pecho en busca de líquidos impropios. Y continuamos. Caminar. Besar. Aspirar. Succionar. Trepar. Palabrear. Rozar. Cantar. Bailar. ¡Y todo en las paredes del departamento! Me morí cuando te subiste al techo. Bajaste repentinamente a la ventana.

Josefina ríes y cantas al mismo tiempo. Y bebo tu sudor. Y esperas a la pregunta.

-Te ves hermosa. Nunca sé qué decir.

-Pero mírame.

-¿Y tú?

Y te dibujé en la pared, y nada. Y te prometí vida infinita, y nada. ¿Qué mirará? Me recuerda a nada: yo nunca miro a través de la ventana. Y la vida eterna, pero nada. Y la vida frenética de la diversión entramos dos, y nada.

Intenté callarme como siempre, y nada.

[...]

Parecía un arpa. Esperaba mi sonido a tu mirada. Y nada.

Trepaste al muro. ¿Alguna respuesta? Alzaste la voz y caíste a mis brazos y fina, ¡sé fina! Y me hacías callar.

-No sé dibujar. Te regalo el cielo de la etiqueta.

Y [me] amaste más de dos horas, pero mirando por la ventana.

Siempre [te] pierdo, Josefina huidiza.

-Josefina eres una ilusión- terminé.


05-03-2010

Lo que no se leyó...

Cuando ya casi finalizaba mi tesis (¡mentira! seguramente me quedaban 2 o 3 capítulos) se me ocurrió (bueno, en realidad no se me ocurrió, lo escuché por ahí) la genial idea de dar las gracias (y por suerte no con mayúscula).

Al final el parrafito se evaporó de vergüenza, fundiéndose en la sub-carpeta: AGRADECER, de la carpetísima: TESIS.

Pero, ahora va.

AGRADECIMIENTOS

Quisiera aterrizar en el recorrido de mi investigación ya concluída para abrazar a diversos seres que enriquecieron mi misión.

A mi querido Browning un abrazo gigantesco por regalar tamaño filme, y por incentivarme, no sólo a las deformidades, sino que también al cine. A mis profesoras de Seminario de Grado, dra. Kemy Oyarzún y Ana María Baeza, por aceptar(me) el motivo de mi freak trabajo y apaciguarme en momentos en que sólo veía imperfecciones, interrogantes y cuestas arriba. A Soledad Falabella y Rodrigo Marilef por su simpatía y buena dispoción. A mis queridos padres por su apoyo infinito, y por advertirme, y por exigirme descanso... y por quererme. A mis bellas hermanas por hacerme reír y jugar. A mis amigos de la u y de la vida, en especial a Loreto, Gabriela, Paloma, Gonzalo, Vero y Edu, a ellos les debo el desligue de la presión y la tensión, y la bienvenida al relajo, las sonrisas y las conversaciones placenteras: ¡mil gracias! A mis alumnos del preu: ¡qué simpática sección! Y a mi vida que muchas veces intenté desligarme y hacerla invisible, mas nunca pude, y sigue acompañándome, al parecer, para siempre.

Mención honrosa para todos los freaks que vi en el transcurso de mi investigación: a "manotas" en el metro, a la señora coja del almacén y a ese joven que caminaba doblado hacia adelante: ¡mil bendiciones para ellos!

A todos muchas gracias.

Ricardo Andrade.