17-05-2011

La pedagogía con minúscula

Hace tiempo que vengo preparándome mentalmente para volver a escribir, pero algo impide el encuentro. 
Debe ser la pega, me he repetido en variadas oportunidades; o el colon, me digo ahora que lo tengo inflamadísimo. Es raro, he sentido que desde que entré a trabajar, mi memoria y mi creatividad se han visto un tanto fundidas. Preocuparme de situaciones tan anexas a lo que he vivido en mi casa a lo largo de mi infancia y adolescencia y a lo que presencié yo en mi colegio, han provocado algo de colisión en mi persona; y que digo "algo", "bastante" es mucho más adecuada.
Es complicado ser profesor, pero es lindo, no lo niego. Es complicado rearmarse una vocación los jueves a las 5 y media de la matina, luego de que se me rompe (o me la rompen) los miércoles al finalizar la mañana. La disposición muchas veces agota y cansa. Pero bueno, acá estoy, hablando de mí- como nunca lo había hecho antes-. Y me río y lo paso bien, disfruto, fumo y canto la mayor parte del tiempo.
¿Formar? Cómo puedo formar si los cimientos son tan endebles, si al menor viento se caen, avasallando con todo en derredor (incluyéndome). Cómo puedo formar si yo estoy prácticamente de-formado: la literatura me deformó, Freaks me deformó, Tori Amos me deforma constantemente; soy un ser incompleto e imperfectísimo, y así y todo me piden que eduque cuando muchas veces preferiría arrancarme y esconderme. ¡Difícil! No tengo las soluciones que se requiere manejar, muchas veces sólo tengo una sonrisa... espero que aquello sea igual de valorable.

Un abrazo a uno de mis deformes preferidos: Prince Randian.

Y así termina este comentario breve, amando y odiando la pedagogía.

No hay comentarios.: